Cuando era mas joven solía tener miedo al quedarme a dormir en la casa de alguna amiga o novio por temor de levantarme en medio de la noche en
modo sonámbula.
• Una vez bajé sola la escalera caracol de mi casa de la costa para irme
(me lo contó mi madre y juro que no me acuerdo, pero tranquilamente podría haber querido escaparme).
• A los 10 años me senté con las piernas cruzadas
pose indio en la punta de la cama de mis padres a la madrugada para decir muchas cosas, las cuales no se me entendieron, para una vez finalizado mi enajenado monólogo irme como si nada y en un perfecto equilibrio hacia mi cama
(claramente también contado por mi madre).
• En otra ocasión, misma casa, mismo tiempo que la anécdota anterior, me levanté, caminé hacia uno vaya a saber adónde pensaba ir y me despierto llorando y tratando de hacer una rara maniobra para salir de donde yo creía que era el placar de la habitación de mis papás.
Asustada, a oscuras, hasta que las poco usadas neuronas de mi niñez hicieron contacto y descubrí que no sólo tenía los ojos cerrados (bueh!), sino que estaba en mi cuarto encerrada entre el lateral de mi modular y la pared, dándome la cabeza contra la misma.
Más luego (??), como por arte de magia o no sé qué, dejé el sonambulismo. De hecho creo que los 15 años fueron los últimos en vivir un episodio similar. Pero el miedo y la vergüenza de que vuelva a pasar, están latentes.