Empezamos la mañana con timbrazo, éste se produjo directamente en la puerta del departamento, o sea, desde el interior del edificio. Dormida como estaba(mos) pensé en ignorar al "molesto" (el edificio tiene muchos estudios y consultorios, calculé que se habían equivocado) y seguir durmiendo, después barajé la opción de que tal vez era sábado y el que tocaba el timbre era el fumigador, al cual también iba a ignorar, pero no, era martes. Me digné a levantar, preguntar quién era
"la vecina de abajo" y abrir la puerta. Ahí arrancó, me contó que terminó de pintar la cocina y descubrió, una vez mas, que desde mi casa le perdía agua. Me aseguró que el problema venía del calefón (puede ser, esta pidiendo cambio hace rato), acepté su queja, le pedí que se quedara tranquila que lo iba a solucionar
"faltaba mas, por favor". No conforme me tuvo que recalcar que era una señora mayor y con cáncer a la que le costaba pintar la cocina (supuse que lo decía por el olor y por tener al pintor en la casa, no me la imaginaba colgada dándole a la brocha). Mi cara se transfiguró. ¿Es necesario dar lástima?, si me voy a hacer cargo de todas formas, seas vieja/mayor, tuerta, renga, paralitica, enferma o un camión con acoplado imposible de no piropear aún siendo mujer.
La despaché, no me gustó la actitud, pero no por eso lo iba a dejar de llamar al gasista para que apurara los trámites.
Diez minutos después vuelve a sonar el timbre, pregunto nuevamente quién es
"el encargado". Perdona que te moleste bla bla bla, pero la señora me mandó a que te pidiera el teléfono de la dueña del departamento porque bla bla bla. Es una señora que está enferma.
"Pero encargado, mestas jodiendo?, ya le dije que me hacia cargo no te doy nada".
fin
Molestas pueden ser las viejas, ansiosas e insistentes.
Pero
lo que mas odio es a la gente que juega con la culpa.
update: me hicieron acordar a la frase que usa mi abuela cada vez que le preguntan "señora, ¿cómo anda?", "suelta, por suerte, querido". Grosa.