Resulta que una noche de invierno de 2003, más o menos, acompaño a marido de mamá a una casa de velatorios, más precisamente a una de las salas de dicho lugar, donde debía corroborar que la finada estuviera en orden y así poder continuar con el siguiente paso que incluía ponerle formol para que tardara más tiempo en expulsar los fluidos típicos de un cuerpo que empieza a descomponerse y luego soldar el cajón metálico así, al otro día, podían llevarla al cementerio.
El tema es que después de ayudarlo me dice...
- esperame acá, ya vengo, voy a terminar unos papeles.- no hay problema (le contesto muy sueltita de cuerpo, haciéndome la canchera).
Me quedo sola, no sabía qué hacer, no tenía qué hacer en una habitación con sólo una ventana que daba a un patio interno, 2 puertas, una que desconozco a dónde llevaba y la otra por la que habíamos entrado y un
jack sorpresa gigante al lado.
Al rato empiezo a escuchar un zumbido, era el viento que “embolsaba” en el patio, se larga a llover (juro que es real lo que estoy contando).
En ese mismo momento, no sólo me aterroricé, sino que pensé
"es la escena típica donde la mina de la película de terror, no protagonista, está donde NO debe y muere; la que me falta, que se abra el jonca".Al rato se abre la puerta (para mi fue RATO, eterno, pero puede que no haya pasado tanto tiempo), era marido de mamá diciéndome que nos podíamos ir, que ya había terminado, me miró, se percató de mi cara de susto y me dijo cagándose de la risa,
no podes ser tan boluda! y nos fuimos.
Nunca más.